En este artículo, se aborda lo que se puede llamar culpa inquietante y cómo este tipo de culpa puede impedir el desarrollo y el cambio, especialmente dentro del proceso terapéutico. Culpa es una palabra que utilizan muchos pacientes, refiriéndose tanto a experiencias de un daño realizado, como a experiencias en las que se sorprenden por la falta de culpa. La culpa a menudo se considera una fuerza importante para prevenir conductas negativas y desenfrenadas, y como una base para la capacidad de mantener relaciones significativas.
Junto a esto, la culpa como obstáculo al cambio se refiere a la posibilidad de "pseudoculpabilidad", que es diferente de la culpa real y madura y de los sentimientos genuinos de remordimiento. Busca afirmar que el remordimiento es un logro significativo del desarrollo, que requiere "conocimiento" del otro y de cómo nuestras acciones lo afectan, a diferencia de un "sentimiento terrible" que no provoca un cambio real en el comportamiento.
La investigación:
Esta investigación realizada por estudiantes de la maestría en Psicología clínica sugiere que la experiencia de culpa de los pacientes no necesariamente indica un estado o movimiento hacia un estado de integración que permita el desarrollo, los sentimientos de culpa también pueden impedir el desarrollo y promover comportamientos destructivos, y sólo después de que se liberen esos sentimientos de culpa es posible un cambio real, hay muchos aspectos de lo que se llama culpa.
La culpa que surge como resultado de un ataque o acto/inacción es el tipo más familiar y consciente, y va acompañada de la idea de corrección: la esperanza de que el malentendido pueda borrarse y que el agresor y la víctima puedan llegar a un entendimiento y seguir adelante, este tipo de culpa es una culpa al servicio del desarrollo. Desde un punto de vista clínico, es raro que este sea el proceso que encontramos incluso cuando el paciente parece estar arrodillado bajo sentimientos de culpa: en la mayoría de los casos encontramos que el paciente no siente culpa por algo que hizo y que solo merece remordimiento sobre cosas las que tiene muy poco control y en muchos casos incluso sobre hechos de los que él mismo fue víctima. Estos pacientes experimentan esta dinámica de culpa inquietante de una manera que excluye cualquier posibilidad de experimentar una culpa más saludable, basada en sentimientos de responsabilidad y remordimiento. Un cuadro clínico menos común es el de ausencia total de culpa; esta situación puede deberse a que el paciente se encuentra en una etapa en la que la culpa aún no es posible: una burbuja de una sola persona en la que las demás no existen, por lo tanto, no hay preocupación ni cuidado hacia ellas, en estas situaciones sólo habrá una experiencia de culpa inquietante y no de verdadera responsabilidad y remordimiento.
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Aspectos teóricos de la Culpa:
En 1916 Freud describió en su artículo 'Criminales desde el sentimiento de culpa' un cuadro clínico de personas que cometen diversos delitos, que expresan un intento inconsciente de sentirse culpable por algo externo para poder lidiar con la culpa edípica inconsciente relacionada con fantasías de asesinar al padre y tener relaciones sexuales con la madre.
En 1917, en su ensayo "Duelo y melancolía", Freud propuso que la melancolía -un fracaso en el proceso de duelo- puede estar relacionada con una culpa que se origina en una etapa anterior del desarrollo, oral o caníbal. En 1924 incluso vinculó la culpa al concepto de superyó y al masoquismo, así, la culpa se convirtió en un aspecto central del modelo estructural de la mente según Freud, según el cual el superyó ataca constantemente al ego y el conflicto entre ellos se manifiesta en sentimientos de culpa.
Freud afirmó que la culpa es el problema más importante en el desarrollo de la civilización y que su precio es la pérdida de felicidad resultante del sentimiento de culpa, además, afirmó que los pacientes no son conscientes de las experiencias de culpa inconscientes, sino sólo de sus consecuencias. Esta investigación sugiere que Freud en realidad se refirió a dos tipos de culpa, y que el principal problema que surge en torno al tema es la facilidad con la que confundimos estos dos tipos.
Klein (1940) distinguió entre la culpa persecutoria asociada con la etapa esquizoide-paranoide y la culpa depresiva asociada con la posición depresiva, donde ambos tipos de culpa se encuentran en un continuo de desarrollo, se sugiere que, si bien esta descripción puede ser cierta para el desarrollo infantil, no necesariamente se ajusta con precisión a la vida adulta y la psicopatología. Aunque la esperanza terapéutica es un cambio entre los tipos de culpa, no es necesariamente un progreso, la existencia de actividades creativas "impulsadas por la culpa" no necesariamente indica que algo se haya resuelto, además, si el conflicto que impulsa el sentimiento de culpa no se resuelve sino sólo se reprime, ¿se manifestará en otros ámbitos?
El clima cultural en el que vivimos es menos adecuado para conceptos que enfatizan el papel de la culpa en la producción de un "buen" comportamiento, pero la culpa aún puede causar gran sufrimiento, daño a la autoestima y falta de autenticidad, esta investigación define que la culpa persecutoria y la culpa depresiva son constructos fundamentalmente diferentes en la psicopatología del adulto por dos razones: En primer lugar, la culpa inquietante suele ser un síntoma de una incapacidad inconsciente para afrontar algo abrumador y abrumador que proviene del exterior (por ejemplo, el abuso sexual) o del interior (el intento de un ego inmaduro de afrontar el mundo), esta culpa se expresa en el sentimiento de "no pasa nada" y el sufrimiento no proviene del sentimiento de la persona de que "no es lo suficientemente bueno" sino del sentimiento de que es malo y que debe ser castigado incluso si sus crímenes son malos, no lo entiende exactamente, además, el problema del progreso es que se convierte en una economía inconsciente: una forma de pensar que hace que todo sea estático y, por tanto, relativamente seguro, por lo tanto, las experiencias positivas con el objeto no pueden por sí solas aliviar la culpa y la ansiedad que nos persiguen, sino que sólo fortalecen la economía inconsciente. Dado que la culpa desempeña un papel tan central en la estructura mental, sólo puede liberarse cuando se la comprende y procesa suficientemente.
Por lo tanto, una construcción teórica según la cual la culpa implica una cierta madurez del yo puede resultar ineficaz, ya que deja inaccesible la naturaleza regresiva y destructiva de la culpa.
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